domingo, 18 de enero de 2015

Game over

 Tío, déjalo, es inútil.
– No, espera, ayúdame, tenemos que levantar esto.
– No puedo acercarme más.
– Sube a esa viga, no me seas.
– Vale, a ver si así…
– Vamos, a la de tres. Una, dos, ¡ya!
– Avanza, avanza, dale, venga vamos, ¿dónde soltamos esto ahora?
– Aquí mismo, no te alteres. Por fin puedo abrir el baúl. Tú comprueba que no viene nadie.
– ¿Quién va a venir? Ya nos hemos deshecho del guardia de la entrada.
– Sí, pero estamos armando jaleo. A ver si un vecino va a llamar a la policía o algo.
– Cualquier vecino que oiga ruidos en un edificio abandonado de noche se irá a dormir con la luz encendida máximo.
– Tú compruébalo, ¿quieres?
– Tío, tío ¡tío, tío, tío! ¿Qué ha sido eso?
– ¿Has visto algo?
– Sí, a ti cagándote en los pantalones.
– ¡Serás capullo! Casi me da un infarto. Ya iba a cambiar la linterna por la pistola y todo.
– Relájate, anda. Vámonos, ya tenemos lo que nos han pedido que buscáramos.
– Vale, salgamos por aquí.
– ¿Te crees que soy idiota? Por ahí se sube a la quinta planta. Tenemos que bajar.
– Vamos, ya que estamos aquí…
– Sabía que ibas a querer explorar todo el maldito edificio cuando me contaste la misión. Yo voto por largarnos a recibir la recompensa.
– ¿Quién es el cagueta ahora? Que el edificio está abandonado, vamos a abrir unas cuantas puertas.
– La próxima vez me lo pienso antes de ir contigo a donde sea.
– Pero ¿qué tenemos aquí?, ¡dinero! Y solo he tenido que abrir el primer cajón del mueble de la entrada.
– Comparte, ¿no? Que hay mucho dinero ahí.
– Pues venga, menos quejarte y más explorar. A lo mejor me pienso lo de llamarte para la próxima partida, quejica.
– Vale, creo que he escuchado algo moverse.
– ¿El viento quizás?
– Puede. Supongo, sí. ¡Oye, este espejo apenas está quemado! ¿Nos lo llevamos?
– ¿Tu crees que en la tienda nos van a dar más de 15 pavos por esta mierda? Además, no podemos llevar muchas cosas, reservémonos para los botines interesantes.
– Vale, sí. Pues en esta habitación no hay nada más. ¿Y por allí?
– Aquí hay unos libros que parecen antiguos. Ven a echarles un vistazo.
– Déjame ver. Tú vigila, ¿eh? Vaya a ser que venga alguien.
– Capullo.
– Me guardo los libros, que no están muy quemados. A ver cuánto sacamos por ellos.
– Tío, tío ¡tío, tío, tío! ¡Ahí se ha movido algo!
– No cuela, venga. Vámonos.
– Que te digo que algo se ha movido.
– Pues más motivos para irnos, ¿no crees?
– Vale, salimos por a…
– ¿Esto es de coña?
– Joder, no me lo puedo creer, esto es increíble, no, no puede estar pasando.
– Tío, haz algo, no quiero morir aquí.
– ¿Algo como qué? Son muchos.
– ¿Por qué zombis? ¿Por qué no podían perseguirnos mariposas?
– ¿Este es el mejor momento para citar Harry Potter?
– Joder, tío. Joder. Sólo espero que mi mujer no se entere por las noticias.
– ¡Todavía no está todo perdido! Vamos a la siguiente planta, para ganar espacio. Y además, dudo que nadie se entere de esto. Es lo que tú dijiste, ¿qué vecino va a llamar a la policía? ¡Si después de todo este tiempo la mayoría cree que ya se han extinguido!
– Pero no todos lo creen. A lo mejor por eso te pagaban tanto por recuperar los papeles esos.
– ¡Mierda! ¡Son muchos!
– Tenemos un problema.
– ¿No me digas? ¿Otro?
– La puerta no se abre.
– ¡Pégale una patada, carajo, que estas cosas no dejan de acercarse!
– Se abre hacia dentro, listo. No hay nada que hacer.
– ¿¡Te rindes!?
– ¿Qué quieres que haga si no? No tenemos suficientes balas.
– Joder tío, lo siento, no debí haberte pedido que me acompañases.
– Para eso están los amigos, al parecer. Para morir a tu lado en un edificio lleno de zombis.

2 comentarios:

Patt R. dijo...

¿Lo has escrito tú? No lo he leído entero porque no tengo ánimo (mal día) pero lo poco que he leído es curioso.

Isa dijo...

Claro que lo he escrito yo, ¡es mi blog!
Yo también estoy teniendo un mal día, hay que ver. Gracias por pasarte a leerme.