Se le escurrió el dinero entre las manos, como si de tiempo se tratara.
martes, 29 de diciembre de 2015
El tiempo es oro
martes, 11 de agosto de 2015
21
Los mejores años de su vida salieron, sin hacer ruido, por la puerta de atrás.
domingo, 26 de julio de 2015
Forget me not
Al descolgar el teléfono, escuchó cómo alguien decía al otro lado:
- Se me ha olvidado el sonido de tu voz.
Ambos colgaron.
- Se me ha olvidado el sonido de tu voz.
Ambos colgaron.
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jueves, 9 de julio de 2015
Things we lost in the fire
Cuando su amistad acabó, las dejó a ambas preguntándose qué hacer con los recuerdos almacenados en las notas de sus canciones favoritas.
lunes, 15 de junio de 2015
Apuestas
Aposté por ti sin dudarlo y lo perdí todo con la certeza de quien ama en vano.
domingo, 14 de junio de 2015
Träume
Le pintó un futuro de colores, y tuvo que teñirlo todo de negro para poder olvidarle.
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Ghosttown
Quizás fui tan estúpida como para creer que en la vida las cosas que pasan pueden dejarse correr y que se pueden perdonar los errores de la gente que nos importa. Que no es necesario hacer méritos para poder contar con alguien.
Pero supongo que estaba equivocada.
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martes, 2 de junio de 2015
Intelectuales
No leía nada que se contradijera con sus creencias. Por tanto, acabó despreciándolas.
lunes, 1 de junio de 2015
Reencuentro
Encontró
el tiempo perdido
en las yemas de sus dedos.
domingo, 31 de mayo de 2015
Somebody to love
Hablaron toda la tarde.
Él se enamoró de ella, y desde que se despidieron no dejó de pensar en su
sonrisa, su mirada, sus gestos, su pelo, su forma de expresarse.
Poco tiempo después,
volvieron a encontrarse. Y a medida que hablaban, él se dio cuenta de que no se
había enamorado de ella, sino de un recuerdo.
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jueves, 28 de mayo de 2015
Humos
Se enamoró de él con todos sus defectos, por eso le abandonó cuando dejó de fumar.
Micro.
Tenía tanto miedo a descubrir la respuesta que nunca formuló la pregunta.
sábado, 23 de mayo de 2015
Microcuento
«¡Ojalá nunca te hubiese conocido!» le gritó a la persona del espejo. Y sin más, desapareció.
viernes, 22 de mayo de 2015
Caos de sentimientos
Últimamente todo se me va de las manos.
Me paso el día enredada en mis pensamientos, y solo a ratos soy consciente de que se me escapa el tiempo entre los dedos. Una hora. Una tarde. Un día. Una semana. Me distraigo con nada y por todo, y se me amontonan las cosas pendientes en mi lista de tareas. Cierro los ojos e intento convencerme a mí misma de que todo va a ir bien, pero no lo consigo. Siento que soy dos personas a la vez que luchan por tener razón. Puedes hacerlo. No sirves para nada. Sigue intentándolo. Desiste.
No sé quién va ganando.
viernes, 20 de marzo de 2015
Febrero
Hoy he dedicado unos minutos a pensarte. Y he descubierto que echo de menos a la persona con la que hablaba. Pero esa persona no eres tú, porque yo ya no soy yo. Antes hablábamos de otra forma porque yo era diferente, y eso es lo que me falta.
Ya se ha acabado el verano. Quiero creer que ahora me motivan otras cosas, que pienso de otra forma, que puedo resolver yo sola mis propios problemas. En definitiva, quiero creer que he cambiado. Pero sé que lo que he conseguido no es suficiente, que aún me falta camino por andar.
Lo sé porque hoy he dedicado unos minutos a pensarte y el resto del día a tratar de olvidarte.
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lunes, 16 de febrero de 2015
Dependencia (microcuento)
Él veía a las personas como medios, ella como retos; ella se propuso cambiarle y él la usó para cambiar.
domingo, 25 de enero de 2015
Él
Ella me dijo una vez que pensar en el pasado era tan absurdo como inevitable.
Ahora cualquier canción triste me pone de buen humor, porque la nostalgia me recuerda a ella, y miro las fotos antiguas para sentir de nuevo. Prefiero quedarme en el fondo de este pozo que intentar salir, sí, y sé que es una estupidez. Pero también sé que los días sin ella serán solo una recopilación de nubes y café, una rutina que no me servirá para llegar a ninguna parte. No sé cómo seguir, de hecho no sé si quiero seguir, pero no quiero dejar de intentarlo. Todo me recuerda a ella y es tan absurdo que solo quiero cerrar los ojos y no abrirlos. Cuando se marchó no asimilé lo que estaba pasando. Pasaron los días y no reaccionaba. Luego vinieron unos amigos a darme un baño de realidad, a intentar despejar mi mente. No lo consiguieron, pero me hicieron darme cuenta de que la compasión daña más que la indiferencia. Activé el modo automático de mi cerebro, y desde entonces vivo sin darme cuenta. Me deshago un poco cada día, noto como sus recuerdos se toman su tiempo para ir abandonando mi mente, y no quiero seguir encerrado en su recuerdo pero no veo nada más allá. Me debato entre llamarla para intentar retomar el contacto y seguir viviendo cada día como si me doliese. Pero no tengo nada que decirle. Y ella a mí tampoco.
Cuando era pequeño, dibujaba un garabato cualquiera y, después, iba añadiendo líneas. Mientras hubiese una forma de ampliarlo, dibujaba. Miraba por todos lados para encontrar un trazo que sobresaliera para estirarlo y seguir creando. Hasta que no podía más.
No sé quién de nosotros es el lápiz y quién el niño, pero sé que hay un trazo escondido en alguna parte del dibujo. Y eso es lo que más me preocupa. Que ninguno lo encontraremos.
Cuando era pequeño, dibujaba un garabato cualquiera y, después, iba añadiendo líneas. Mientras hubiese una forma de ampliarlo, dibujaba. Miraba por todos lados para encontrar un trazo que sobresaliera para estirarlo y seguir creando. Hasta que no podía más.
No sé quién de nosotros es el lápiz y quién el niño, pero sé que hay un trazo escondido en alguna parte del dibujo. Y eso es lo que más me preocupa. Que ninguno lo encontraremos.
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jueves, 22 de enero de 2015
Cosas de la vida
La vida va de caerse y levantarse. Nadie te cuenta que tenderás la mano para ayudar a otros a remontar muchas más veces de las que te la tenderán a ti. No te dicen que cuando tus amigos te pidan consejo harás lo posible por ayudarles, pero cuando tú necesites algo te pondrán en lista de espera. O que si eres tú mismo tendrás problemas, pero si no lo eres, también. Tampoco te cuentan nada de las noches en vela ni de las lágrimas a las 2:06 de la mañana cuando decides que no puedes más. Ni que llegará el día en que tengas que pedir ayuda y no sabrás a quién acudir. La vida te dará también algunos buenos momentos, claro. Momentos que pasarán a ser recuerdos, fuentes de nostalgia cuando pase el tiempo. La vida es caer. Caer mucho, y levantarse para avanzar lo que se pueda antes de volver a caer. Aprender a vivir con los golpes, supongo.
Quizás todo esto sea solo la visión de alguien que ha llegado a un punto en el que todo le da igual.
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lunes, 19 de enero de 2015
Nevermore
La
mañana del 12 de diciembre desperté sobresaltado al oír gritos en
la calle. Se trataba de unos vecinos, una pareja joven que se había
mudado recientemente al barrio. Me asomé a la ventana que está
junto a mi escritorio para ver qué sucedía, y me alegré cuando el
conflicto se solucionó sin llegar a las manos. Pocas cosas hay que
me molesten tanto como la violencia.
Después
de desayunar, salí a pasear. Entré en una librería que me gusta
mucho, y me puse a hojear ediciones antiguas y manuscritos. El dueño,
que es amigo mío, me dejó consultar además unos cuantos libros que
necesitaba para documentarme sobre un tema que estaba estudiando.
Cuando me quise dar cuenta estaba anocheciendo. ¡Qué rápido pasa
el tiempo entre libros!
Al
abrir la puerta de mi piso, noté que hacía un frío inusual. Me
había dejado la ventana de la entrada abierta, y se me habían
volado unos papeles que había dejado esparcidos por mi escritorio.
Los recogí todos y, después de cenar, me puse a leer. En el piso de
enfrente había luz, y vi una sombra pasearse por las habitaciones.
Una y otra vez, el vecino recorría las estancias de su vivienda
encendiendo luces a su paso. Esto me distraía enormemente, así que
apagué la luz y me fui a dormir.
Hasta
aquí, el día había transcurrido con relativa normalidad. Pues
bien, mientras dormía, escuché unos golpes en la puerta de mi
habitación. Convencido de que había sido un sueño, me giré en la
cama y traté de volver a dormir, pero al momento volví a escuchar
los golpes. Tumbado en mi cama, se me ocurrió pensar que sería
probablemente el viento, que entraba por la ventana de la entrada,
que se habría abierto. Salí de mi habitación para comprobarlo,
pero la ventana estaba cerrada. Escuché de nuevo ruidos, y se me
ocurrió que quizás fuese el fantasma de mi prometida, que había
fallecido recientemente. Entiendan que había pasado el día leyendo
historias fantásticas y seleccionando pasajes para mi trabajo de
investigación. Enseguida deseché esa idea, pero mientras volvía a
mi cuarto no paraba de pensar en mi prometida. La echaba mucho de
menos, era una mujer maravillosa. Abstraído como estaba, no me di
cuenta cuando cerré la puerta que había algo en mi habitación.
Sobre la pila de libros por clasificar que tenía en mi mesilla de
noche había un cuervo, negro como el ébano.
Sorprendido,
me acerqué a él, pero voló para posarse en una estantería. Me
senté en la cama y me quedé mirándolo. El pájaro inclinó la
cabeza, como si supiese que mi mente estaba intranquila. ¡Qué
criatura más extraña! No conocía a nadie que tuviese un cuervo
como mascota, pero sin duda debía pertenecer a alguien, pues no es
común en esta ciudad encontrar cuervos.
-¿Qué
nombre tendrá este animalillo? -me pregunté en voz alta. El cuervo
graznó cuando me acerqué para ver si tenía alguna argolla en la
pata que indicase su procedencia. No tenía.
-De
algún sitio habrás salido -murmuré, y el cuervo graznó de nuevo
-¿Vienes quizás del campo? Es un largo viaje -el cuervo guardó
silencio -Entonces ¿de dónde sales?
Mientras
hablaba estaba paseando por mi habitación, y el pájaro me miraba atentamente. No sé qué se apoderó de mí, pero empecé a
contarle la historia de mi prometida, y saqué de mi pecho toda la
angustia que llevaba dentro desde hacía días. Cuando acabé, el
cuervo graznó. ¡Graznó! ¡Le había abierto mi alma, y su única
respuesta fue un graznido! Molesto con su actitud, moví unos papeles
para espantarle, pero no se inmutó, sino que graznó más fuerte. Y
entendí lo que decía. «Jamás».
-¿Qué
quieres decir? ¿Jamás volveré a verla? ¡Pájaro estúpido, eso ya
lo sabía! Pero me reuniré con ella en la otra vida! -grité, y el
cuervo graznó de nuevo:
-«Jamás».
-¡Pájaro
del demonio! Fuera de mi casa, fuera. ¡Déjame tranquilo!
-«Jamás»
-respondió con un graznido.
Me quedé muy sorprendido. ¿Qué habría llevado a un cuervo a entrar por mi ventana? ¿Acaso había venido sólo para recordarme que mi prometida ya no estaba conmigo? No, para atormentarme diciendo que nunca volvería a verla. Abrí la ventana y le pedí que se marchara, pero el
cuervo solo me miraba, y girando la cabeza, respondía a mis súplicas
con el sonido que me perseguirá hasta el fin de mis días. Jamás,
jamás.
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domingo, 18 de enero de 2015
Game over
– Tío, déjalo, es inútil.
–
No, espera, ayúdame, tenemos que levantar esto.
– No
puedo acercarme más.
–
Sube a esa viga, no me seas.
–
Vale, a ver si así…
–
Vamos, a la de tres. Una, dos, ¡ya!
–
Avanza, avanza, dale, venga vamos, ¿dónde soltamos esto ahora?
–
Aquí mismo, no te alteres. Por fin puedo abrir el baúl. Tú comprueba que no
viene nadie.
–
¿Quién va a venir? Ya nos hemos deshecho del guardia de la entrada.
–
Sí, pero estamos armando jaleo. A ver si un vecino va a llamar a la policía o
algo.
–
Cualquier vecino que oiga ruidos en un edificio abandonado de noche se irá a
dormir con la luz encendida máximo.
– Tú
compruébalo, ¿quieres?
–
Tío, tío ¡tío, tío, tío! ¿Qué ha sido eso?
–
¿Has visto algo?
–
Sí, a ti cagándote en los pantalones.
–
¡Serás capullo! Casi me da un infarto. Ya iba a cambiar la linterna por la
pistola y todo.
–
Relájate, anda. Vámonos, ya tenemos lo que nos han pedido que buscáramos.
–
Vale, salgamos por aquí.
–
¿Te crees que soy idiota? Por ahí se sube a la quinta planta. Tenemos que
bajar.
–
Vamos, ya que estamos aquí…
–
Sabía que ibas a querer explorar todo el maldito edificio cuando me contaste la
misión. Yo voto por largarnos a recibir la recompensa.
–
¿Quién es el cagueta ahora? Que el edificio está abandonado, vamos a abrir unas
cuantas puertas.
– La
próxima vez me lo pienso antes de ir contigo a donde sea.
–
Pero ¿qué tenemos aquí?, ¡dinero! Y solo he tenido que abrir el primer cajón
del mueble de la entrada.
–
Comparte, ¿no? Que hay mucho dinero ahí.
–
Pues venga, menos quejarte y más explorar. A lo mejor me pienso lo de llamarte
para la próxima partida, quejica.
–
Vale, creo que he escuchado algo moverse.
–
¿El viento quizás?
–
Puede. Supongo, sí. ¡Oye, este espejo apenas está quemado! ¿Nos lo llevamos?
–
¿Tu crees que en la tienda nos van a dar más de 15 pavos por esta mierda?
Además, no podemos llevar muchas cosas, reservémonos para los botines
interesantes.
–
Vale, sí. Pues en esta habitación no hay nada más. ¿Y por allí?
–
Aquí hay unos libros que parecen antiguos. Ven a echarles un vistazo.
–
Déjame ver. Tú vigila, ¿eh? Vaya a ser que venga alguien.
–
Capullo.
– Me
guardo los libros, que no están muy quemados. A ver cuánto sacamos por ellos.
–
Tío, tío ¡tío, tío, tío! ¡Ahí se ha movido algo!
– No
cuela, venga. Vámonos.
–
Que te digo que algo se ha movido.
– Pues
más motivos para irnos, ¿no crees?
–
Vale, salimos por a…
–
¿Esto es de coña?
–
Joder, no me lo puedo creer, esto es increíble, no, no puede estar pasando.
–
Tío, haz algo, no quiero morir aquí.
–
¿Algo como qué? Son muchos.
–
¿Por qué zombis? ¿Por qué no podían perseguirnos mariposas?
–
¿Este es el mejor momento para citar Harry Potter?
–
Joder, tío. Joder. Sólo espero que mi mujer no se entere por las noticias.
– ¡Todavía no está todo perdido! Vamos a la siguiente
planta, para ganar espacio. Y además, dudo que nadie se entere de esto. Es lo
que tú dijiste, ¿qué vecino va a llamar a la policía? ¡Si después de todo este
tiempo la mayoría cree que ya se han extinguido!
– Pero no todos lo creen. A lo mejor por eso te pagaban
tanto por recuperar los papeles esos.
–
¡Mierda! ¡Son muchos!
–
Tenemos un problema.
–
¿No me digas? ¿Otro?
– La
puerta no se abre.
–
¡Pégale una patada, carajo, que estas cosas no dejan de acercarse!
– Se
abre hacia dentro, listo. No hay nada que hacer.
–
¿¡Te rindes!?
–
¿Qué quieres que haga si no? No tenemos suficientes balas.
–
Joder tío, lo siento, no debí haberte pedido que me acompañases.
–
Para eso están los amigos, al parecer. Para morir a tu lado en un edificio lleno
de zombis.
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viernes, 16 de enero de 2015
En busca de la felicidad
La
última vez que le vi tenía 17 años. Era viernes. No había sido un buen día en el instituto. Me contó una historia sobre una chica que
no era feliz en su casa y que vivía cada día pensando en crecer
para poder largarse, hasta que se despertó un día y ya era mayor de
edad y con sus ahorros pudo irse de la ciudad para siempre. Hablamos
de la felicidad, y me dijo que es la base de todo. Que cuando tuviera
su edad y pensara en el pasado, no recordaría el motivo de las
peleas o los disgustos, pero sí el de las sonrisas. Y cuando nos
despedimos, yo sonreía. Pero no volví a verle. Supongo que por fin
tenía dinero para irse a algún otro sitio a buscar la felicidad.
Cuando
le conocí tenía 15 años y también había sido un mal día. No
solía pasarlo bien en el instituto, mis compañeros se encargaban de
ello. Recuerdo que me hizo reír muchísimo porque, después de
ayudarme a criticar a cada uno de mis compañeros, me dijo que no
debía juzgar a nadie porque no sabía cuáles eran sus
circunstancias ni por lo que estaban pasando. Me lo dijo con una
sonrisa y tono burlón, claro. Pero después de ese día no me
afectaron las cosas que me decían. Eran mentiras dichas por gente a
la que no le importaba lo más mínimo.
No hago más que pensar en todas las veces que me ayudó, y en que no
estoy segura de si alguna vez le ayudé yo a él. De hecho, no estoy
segura de que alguna vez me contara alguno de sus problemas, pero
claro, ¿cómo iba a ayudarle alguien 10 años más joven que él?
martes, 6 de enero de 2015
Blog
-
¿Qué escribes?
-
Estoy apuntando una idea para una entrada en mi blog.
-
¿Tienes un blog?
-
Eso he dicho.
- ¿Y
de qué va?
-
Pues publico muchos relatos. O, a veces, poemas. O reflexiones. No pongas esa
cara, no es gran cosa. Apenas me leerán 15 personas.
- Ya
es algo. Pero siempre puedes promocionar tu blog si quieres más lectores.
-
Verás, la cosa está en que me da igual si me lee mucha gente o poca. De hecho,
antes sí me importaba, pero cada vez me da más igual. Yo pongo los textos que
me gustan lo suficiente como para publicarlos y aviso de que he subido algo.
Depende de lo mucho que me guste avisaré más o menos. Si me comentan, mejor. Si
no, pues nada. No necesito que me
lean, solo quiero compartir alguna historia de vez en cuando.
- ¿
Y para eso te tomas la molestia de apuntar ideas y todo?
- La
mitad de las ideas que tengo no las desarrollo. Y de las que sí, un cuarto se
queda a medias. Y de ese cuarto solo publico una. El resto se queda en un
cuaderno.
-
Entonces imagino que publicarás muy poco.
- Exacto. ¿Vamos a comer?
- Exacto. ¿Vamos a comer?
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lunes, 5 de enero de 2015
Fiestas
"Ojalá me gustase el alcohol", pienso mientras bebo agua en la fiesta de mi amigo. Miro a mi alrededor. Todo el mundo sonríe a la cámara del móvil de cualquiera de los asistentes,y luego siguen bebiendo. A la mañana siguiente, muchos solo recordarán de la fiesta lo que vean en las fotos, pero afirmarán haberlo pasado mejor que nunca. Es curioso que la gente se tome tantas molestias en organizar una fiesta de la que no se acordaría de no ser por las redes sociales. Los vestidos, los zapatos, el local, la hora de recogida según el medio de transporte que te vaya a llevar de vuelta. Toda la planificación que conlleva una fiesta. Y muchos solo van para twittearlo. Para salir en la foto de grupo que acredita que estabas allí. Para escribir algo en el muro del anfitrión el día de su cumpleaños que convenza a sus amigos de que realmente le conocen. Las redes sociales es lo que tienen, te obligan a demostrar tu existencia, mediante fotos y comentarios, a un público que supuestamente te conoce y al que no le importa tu existencia.
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