viernes, 29 de noviembre de 2013

A veces decimos cosas de las que nos arrepentimos. La mayoría de esas cosas son promesas. O afirmaciones. Como "este año estudio desde el primer día" o "no quiero volver a verte".
A veces esas cosas nos las dicen a nosotros y no sabemos cómo reaccionar. Si alguien en quién confías te dice algo que no te esperas, por ejemplo. Uno se da cuenta de lo que dice, por supuesto, y se arrepiente. Pero admitir un error públicamente es algo más complicado que simplemente pensar "oh, esto estaba fuera de lugar, lo he exagerado y debería pedir perdón".

jueves, 21 de noviembre de 2013

Winter is coming

¿Nunca os ha pasado que vais por la calle andando y senís que estáis encogidos de frío? Yo me siento así contínuamente en invierno, aunque me encanta esta estación del año. 
Aunque esta vez hemos pasado directamente de las mangas cortas al "niña llévate un chaquetón, que hace frío". Vaya con el clima. Creo yo, desde mi punto de vista para nada fiable, que es debido a que nos estamos cargando el planeta. 
Pero bueno, por mí mejor, así me paso las tardes en casa con una mantita y la excusa del frío para ponerme al día en las miles de series que estoy siguiendo. O aprovecho y estudio JAJAJA ojalá.

Olores

Los olores nos transportan al pasado.
Tengo un brillo de labios que huele a la primera temporada de Floricienta. Hay veces que por la calle me giro porque alguna señora huele como mi profesora de la guardería y hay otras que en mi casa se respira un aroma a "mamá va a salir a cenar".

Por eso me gusta tanto abrir un libro nuevo. Porque huele igual que cada uno de los que he leído. Huele a cuando con 10 años me acabé Harry Potter y el Prisionero de Azkabán a toda prisa para poder ir al estreno de la película; huele a cuando Peeta le dice a Katniss que él quiere ser más que una pieza en el juego; a cuando Victoria, Jack y Kirtash viajan a Idhún; a cuando Tris entra en Osadía; a cuando Kvothe y Denna cantan juntos la balada de Sir Savien; a cuando escapé de la realidad para perderme en el olor a libro nuevo.

martes, 16 de abril de 2013

Iba a poner un título ingenioso pero no se me ocurre ninguno. Patata.


Pienso, planeo y hablo en exceso. Eso es malo. Todo en exceso es malo.
Pensar mucho lleva a plantearse situaciones que no sucederán, como conocer a un famoso en su mansión o inventar la cura para cualquier enfermedad. Como sabemos que no ocurrirá (a no ser que seamos millonarios o condenadamente listos) nos deprimimos. Pensar en exceso lleva a la depresión.
Planear las cosas es bueno, la organización es útil. Pero si se abusa de la planificación nos convertimos en maníacos del orden y no hay quien nos aguante. Uso el plural de cortesía, no crean mis (pocos) lectores que tengo prejuicios acerca de nadie. De los prejuicios ya hablaré luego. (En un par de milenios, año arriba, año abajo).
Hablar en exceso es insoportable. A veces, por caer bien o por rellenar esos silencios tan poco agradables entre casi-desconocidos comenzamos a parlotear y ¡hale! que nos escuche quien quiera. Y eso cansa. Yo soy consciente de que a veces hablo más que escucho, y esto no siempre ha sido así. 
Es más, estas tres cualidades que he desarrollado en su máxima potencia no las tenía hace tres años.
La gente cambia, sí. Cambian nuestros gustos, nuestros peinados y la forma de hablar. Un día somos desorganizados, y en dos meses somos planeadores de bodas y comuniones. Una mañana te despiertas y ves claramente todas las opciones que el día te plantea y lo que ocurriría de seguir cada una. De pronto estás con tus amigos y sientes la necesidad de contarles la marca de comida de tu perro y los beneficios que aporta a su salud. Te mirarás al espejo y dirás "ni yo sola me entiendo, soy un bicho raro". Pero, ¿quién quiere ser normal de todas formas?

martes, 19 de febrero de 2013

Infinitos.

"No podemos cambiar de dónde venimos, pero sí podemos elegir a dónde dirigirnos desde allí."

lunes, 4 de febrero de 2013

Respeto y dignidad


Si aprendemos a vivir en equilibrio entre esas dos cualidades, que son esenciales, descubriremos que la vida no es tan dura en realidad.
Somos nuestros peores enemigos.