Hay veces en las que me gustaría empezar de cero.
O desaparecer.
O simplemente ser distinta.
Hay veces en las que me encanta lo que hago.
Y quiero estar así siempre.
Y no cambiar nunca.
Hay veces en las que me gustaría empezar de cero.
O desaparecer.
O simplemente ser distinta.
Hay veces en las que me encanta lo que hago.
Y quiero estar así siempre.
Y no cambiar nunca.
Cuando nos acostumbramos a tener todo con solo pulsar o rozar un botón o una pantalla y en cuestión de segundos, nada que tarde en realizarse cumplirá nuestras expectativas.
¿Por qué escribir si podemos improvisar? ¿Para qué leer si tenemos resúmenes online o amigos que leen?
Cuando se acaba la batería del móvil o se estropea el portátil ya nadie sabe que hacer. Si se cuelga una red social el mundo se nos viene abajo.
¿Dónde ha quedado nuestra paciencia?
...
...
Voy a consultarlo en Google.
Las cosas que perdemos no siempre vuelven a nosotros. Ni siquiera de una forma distinta a la que esperábamos.
[Simplemente desaparecen
y no las volvemos a ver.]
Julia miraba las luces brillantes de la avenida. Observaba el vaho que salía de su boca cuando levantaba la cabeza para librarse de la incómoda bufanda. Era invierno y a Julia le encantaba.
Las tiendas exponían toda clase de productos bonitos y llamativos en sus escaparates y el aire se empañaba cada vez que los vendedores de castañas vendían un cucurucho. Julia metió la mano en el bolsillo de su abrigo y sacó un caramelo. Con el olor de las castañas le había entrado hambre. Antes de poder desenvolverlo, su abuela se lo quitó de las manos. "Antes de cenar no, cielo" le dijo suavemente.
La pequeña Julia puso su mejor cara de pena, pero no surtió efecto.
Todas las mañanas Eleonor se levantaba, encendía el portátil, se preparaba un café y desayunaba frente a la ventana. Había sido así desde que Pablo y ella estaban juntos. Cada noche al volver del trabajo se sentaba a cenar con su portátil y hablaba con Pablo. Él le contaba cómo le iban las cosas entre bostezos, y ella le hacía un resumen de su día. Luego apagaba el ordenador y, mientras Pablo se dirigía a su oficina ella se acostaba. La diferencia horaria nunca fue un problema para ellos.
Normalmente me paso el día enganchada al móvil y desde ahí publico lo que sea en el blog. Lo malo es que no puedo responder a los comentarios que me hacéis. Pero los leo y pienso las respuestas. A veces las escribo, pero esta aplicación me odia y no me deja publicar comentarios.
O al menos a mí no me salen publicados.