domingo, 2 de diciembre de 2012

Diciembre.

Julia miraba las luces brillantes de la avenida. Observaba el vaho que salía de su boca cuando levantaba la cabeza para librarse de la incómoda bufanda. Era invierno y a Julia le encantaba.
Las tiendas exponían toda clase de productos bonitos y llamativos en sus escaparates y el aire se empañaba cada vez que los vendedores de castañas vendían un cucurucho. Julia metió la mano en el bolsillo de su abrigo y sacó un caramelo. Con el olor de las castañas le había entrado hambre. Antes de poder desenvolverlo, su abuela se lo quitó de las manos. "Antes de cenar no, cielo" le dijo suavemente.
La pequeña Julia puso su mejor cara de pena, pero no surtió efecto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué precioso relato!
Yo de pequeña era igual.

Isa dijo...

¡Gracias! :-)