miércoles, 20 de agosto de 2008

Claustrofobia

-No, mi hija no es claustrofóbica, señor. Lo que tiene es mucha imaginación. Se inventa cosas muy extrañas, pero lo hace para llamar la atención, nada más.
Y salió de la habitación. Jorge Sánchez se quedó quieto, pensando. Llevaba muchos años como psicólogo, pero aquél era un caso excepcional. Eva era una chica que había perdido a su madre cuando ella tenia diez años. Y llevaba dos años yendo a terapia. La madre de Eva, Lorena, había muerto atrapada en un ascensor.
En las sesiones, Cuando Jorge le pedía que se expresase, Eva pintaba habitaciones cerradas y ojos amenazadores. "Mucha imaginación" lo había llamado su padre, quien se negaba a admitir lo evidente.
Una niña con imaginación puede decir que vive en un mundo de hadas, pero no que se ahoga en un espacio cerrado. Eso es claustrofobia.
Eva no fue a la siguiente sesión. Una vecina le comentó que llevaba dias sin salir de su casa.
El padre de Eva, Manolo, se enfadaba con facilidad, así que Jorge supuso que la había castigado.
Tras más de un mes sin que Eva aparecies por el psicólogo, una de sus vecinas le trajo a Jorge un sobre de parte de Manolo. En el sobre habia una tarjeta, que decía:
"Lo siento. Tenías razón".
Eva había muerto en el sótano, una noche un mes antes, cuando se cerró la puerta con ella dentro.
Su padre insistía en que había sido un accidente.

8 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Me has dejado sin palabras, estoy aún contra las cuerdas del impacto, sin oxígeno, como un pez ahogándose en un cajón.

Esto hay que publicarlo, sí: la inteligencia no puede -ni quiere- ser un privilegio.

Qué pequeño relato que no cabe por la puerta. Qué final más cuidado de caja con sorpresa que uno no quiere esperar aunque lo espere. Qué gran cierre que cabe en la palma de una mano. Es fino estilismo. No se puede conseguir más con menos elementos. Es un ritmo corto, seco y puntual el tuyo, pero qué brindis a la sencillez más difícil.

Y qué espesor y profundidad tiene la historia. La ignorancia del padre es nauseabunda, ay. En estos tiempos que corren (y qué mal corren) le hemos dado la espalda al corazón, definitivamente; le hemos cerrado los ojos a los niños con nuestra dolorosa indiferencia.

Enhorabuena por el relato.
Firma un lector agradecido.

X dijo...

Fue el padre, para saber quién tenía razón.

Isa dijo...

Muchas gracias, Alejandro, por tu comentario. Sinceramente, me has dejado sin palabras ;)
Y, X, puede que tengas razón, no sé...pero gracias de todas formas jeje.
Muchos besos:
Isa

Anónimo dijo...

Muy bien narrado, Isa. Consigues transmitir las sensaciones y los sentimientos de los personajes en muy pocas líneas. Estupendo. Ana

LUISA M. dijo...

Isa, un gran relato. Trágico e impactante, lo malo es que en los tiempos que corren... podría ser tan real.
Besos y sigue escribiendo. Ya pasaré para leerte.

Isa dijo...

Gracias, Ana
Gracias, Leticia
Espero tus comentarios, Luisa.
Muchos besos:
Isa

Casandra dijo...

¡Está muy bien tu relato, Isa! Me ha gustado mucho. Pero también me ha dado un poco de miedo lo de la puerta del sótano, ufffff, qué susto. Pobre niña, qué angustia siento por ella.
Un beso, bonica